1. Heliodoro de Jesús Rojas Olarte

Mi abuelo Heliodoro Rojas nació en Santa Rosa de Osos, el 28 de enero de 1932. Desde sus primeros años demostró grandes capacidades para escribir, para la oratoria y, sobre todo, para emprender cruzadas a favor de causas nobles y que solucionaran necesidades comunitarias.

Por lo que me cuenta mi madre fue un ser muy valioso, gran educador, delegado de ADIDA, escritor, periodista, excelente padre y el más amoroso hijo, quien protegió a su madre, mi bisabuela Ester,y  a la cual  dedico después de su muerte poemas en su libro A TRAVÉS DEL SILENCIO. Cuando leo sus poemas siento el profundo dolor que sintió mi abuelo al perder su ser mas querido, mi bisabuela. En ese mismo libro él describe como sería su muerte, siempre supo que el defender sus principios y pensamientos le llevarían a perder su vida, pero eso no le importó, porque siempre fue un gran luchador por los derechos humanos. Según mi madre fue un excelente hermano, vecino, un ser de los que ya casi no existen en el planeta. Como quisiera poder abrazarlo, besarlo, poder demostrarle la admiración y el respeto que siento por él, todos los días lo recuerdo,  es mi maestro del  que quiero aprender disciplina, compromiso, solidaridad, amor, y sobre todo su gran alegría. Tenía  grandes valores. Sé que todo eso lo llevo en mi sangre, en mis venas, en mi alma, y deseo ser un genio como él: el mejor de todos, el más grande. Cuentan que para él su familia era lo primero y eso le transmitió a todos sus hijos.

Esta tarde en el colegio me puse a recordar lo que siempre escuche contar acerca  de mi gran abuelo, que a pesar de su dificultad para estudiar nada lo detuvo, que tenía que estudiar con un cabito de vela, pues no tenían servicio de luz. No me imagino estudiar de este modo ¡Qué locura! Somos tan ingratos con nuestros padres.

Mi abuela cuenta que un niño lo molestaba y quería quitarle siempre su lonchera y mi abuelo tomo la decisión de hacerse respetar y un día se le enfrentó y le dijo que hasta hoy me quitas lo mío, el muchacho jamás lo volvió a molestar.

Mi mamá me contó que tenían una casa inmensa que construyó mi abuelo, que en el primer piso dormían ellos, mis abuelos, y en el segundo mi mamá y sus 8 hermanos. Que les enseñaron a ser muy responsables, que entre los muchachos tenían que mantener impecable el segundo piso; pero que tenían de todo: una mesa gigante con 10 taburetes para todos los hermanos; un tablero para estudiar; un tocadiscos para escuchar música, de esos que ya no se usan; una sala para hacer obras de teatro y que cobraban 10 centavos la entrada, qué risa. Les daban mucha seguridad para ser buenos muchachos.

Mi abuela y mamá cuentan que en el Colegio de María él era quien coronaba a las reinas y organizaba todo, que era muy rico escucharlo decirles el discurso. Y que bailaban hasta el amanecer. Qué abuelo más picarito, bailándose a todas las muchachas. Dicen que todavía al ver algunos de mis tíos o mamá, les llaman heliodoritos por el parecido con él, yo creo que soy idéntico a él. Todos los alumnos lo querían mucho, aunque fuera malacaroso, pero era muy justo y divertido también. También cuentan que les compró una finca en Copacabana, la que construyó junto con sus hijos, familiares y amigos que lo seguían, también Iván y Vicente quienes fueron sus alumnos y compañeros de sus centros literarios.

Me hubiera gustado participar en sus centros literarios que realizaba todos los sábados en su casa, por las tardes. Mi madre cuenta que eran fabulosos.

Su música favorita fue: la música clásica, ópera, vals.

Le fascinaba bailar, organizaba grandes fiestas familiares y en las navidades realizaba el pesebre junto con sus hijos y mi abuela Ligia, su gran amor.

Esas navidades mi mamá todavía las recuerda con mucha alegría y cuenta orgullosa cómo salían a recoger ramitas para San José y cardos para el pesebre; que los santos eran gigantes, las casitas las hacían con madera, muy hermosas; que el pesebre era en una pieza gigante y los niños de la cuadra iban todos y les daban dulces; que el último día,el  24 diciembre, les daba regalos a todos, les hacia natilla y buñuelos; que era todo inolvidable. Mi mamá trata siempre de hacer lo mismo con nosotros y es muy divertido.

Mi madre y mi abuela me narran muchas historias bellísimas sobre ese espectacular hombre: mi ABUELO.

Gran jugador de ajedrez, una de sus  aficiones. Al parecer era hábil para todo.

Mi abuelo era hombre firme, estricto, con corazón de oro.

 JUAN ESTEBAN OSORNO ROJAS 

Nieto...

SU GRAN ADMIRADOR